A finales de 2014 un cibercriminal filtró varios temas sin terminar del álbum inédito de Madonna “Rebel Heart” que tenía como fecha de lanzamiento marzo.
El FBI, con la colaboración de la unidad de delitos informáticos de la policía israelí antifraude, ha coordinado la operación para la detención del sospechoso en Tel Aviv. Según fuentes oficiales, habría accedido a ordenadores de más artista internacionales, robando material publicado e inédito para lucrarse a través de su venta en la red.
Es lógico que la reina del pop enfureciese por esta filtración de un disco cuyo lanzamiento está previsto para marzo. La filtración obligó a Madonna a “regalar” a sus seguidores las versiones oficiales a través de iTunes.
Su reacción ante la detención del presunto delincuente también ha sido contundente afirmando “Aprecio profundamente a los fans que nos han dado información pertinente y continúan a hacerlo sobre la filtración de mis canciones. Como cualquier otro ciudadano, tengo derecho a mi privacidad”.
Obviamente compartimos totalmente la opinión de Madonna: “todos tenemos derecho a salvaguardar nuestra privacidad” y este tipo de delitos deben ser perseguidos y castigados con todo el peso de ley. No en vano esta semana Bjork se ha visto obligada a lanzar su nuevo disco “Vulnicura” dos meses antes de lo previsto por filtraciones de sus canciones en la web.
El ánimo de lucro siempre está detrás de este tipo de operaciones emprendidas por ciberdelincuentes. El cifrado de la información relevante es clave para evitar estas acciones que producen pérdidas económicas y, en muchos casos, un daño en nuestra imagen.
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